martes, mayo 29, 2007
El ataque de las vacas asesinas
Por fin vuelvo a encontrar tiempo y lugar para seguir vertiendo mi palabrería en esta augusta bitácora. El horario matutino es una novedad. He decidido madrugar un poco más a ver si así encuentro tranquilidad para escribir y compruebo si es cierto que las neuronas están más despiertas por la mañana.
Más que un tema profundo en sí relataré una anécdota bastante jocosa desde la perspectiva de la distancia. Los lectores más asiduos ya saben que últimamente me ha dado por la vena senderista, aprovechando que me he convertido en un peatón a largo plazo y que tengo curiosidad por conocer Inglaterra, mi país anfitrión. En una de estas caminatas, tiempo ha, tuvimos nuestra primera exposición al ganado bovino. Los senderos que forman nuestras rutas a veces pasan por terrenos privados, aunque con derecho de paso o servidumbre. Evidentemente, esto no obsta para que los dueños los utilicen para sus fines, que por estas latitudes suelen consistir en espacio de pastos para ovejas y vacas que cohabitan en armoniosa existencia. Todos sabemos lo que es una vaca, un ser que está entre durmiendo y regurgitando con la vitalidad de una lapa agarrada a una roca o algo así (sin contar claro con las vacas de lidia, o las vacas bravas de las que hay en Abusejo, por ejemplo). Bien, esta es la teoría. Pero qué hace un discapacitado rural como el que suscribe la primera vez que se encuentra un individuo de ese tamaño. Pues como estás enmedio de la nada y no vas a volver atrás, y piensas que no van a dejarlas sueltas sabiendo que puede pasar gente (y no porque lo diga un mapa, sino porque también hay señales indicando que la zona en la que están forman parte de un "public footpath"), pues te armas de valor, localizas la zanja más próxima, alguna vía de escape, agarras una tranca (totalmente inútil pienso pero es como el que se lleva una chuleta a un examen) y atraviesas el territorio enemigo. Las vacas te miran y alguna incluso eructa o mea, pero esas son todas las emociones que despiertas en ellas. Nada como pasar varias veces por el mismo trance para ir cogiendo seguridad y pasar ya como en las discotecas para no pagar, con seguridad y saludando al personal.
Hechas estas explicaciones, con las que intuyo que cualquier individuo como yo se puede identificar, y en este estado mental de falsa o aparente confianza, nos dispusimos el otro día a atravesar una vez más territorio enemigo. Una vez plantados en él, divisamos una agrupación de vacas o debería decir terneras, porque parecían jóvenes, a una cierta distancia. Un cierto movimiento se ve en el seno de la manada, se levantan algunas otras se giran y alguna empieza a caminar hacia nosotros. En cuestión de segundos, "mira, parece que empiezan a correr", "qué va, las habrá asustado un pájaro o algo", "que no, que vienen", "h*****, es verdad, ¡corre!" me transformo de "couch potato" en Liu Xiang en un santiamén:
Y digo bien, porque los campos ingleses suelen estar separados por "stiles" que son unas estructuras ideadas para que no se escape el ganado y se pueda pasar de un campo al otro. Véase la ilustración:
Nunca sabremos qué es lo que pudo pasar por la mente de los animales en ese momento. ¿Eran jóvenes y juguetonas? ¿Se habrían detenido poco antes de llegar a nosotros? ¿Se habrían acobardado si les hubiera plantado cara? Misterios sin resolver. Lo cierto es que pararon justo en el borde del campo en el que estaban, por donde habíamos salido nosotros, y yo diría que fue la zanja lo que las detuvo. Tampoco dudo de que si se lo hubieran propuesto realmente la habrían podido saltar, pero afortunadamente nunca lo sabré.
El problema de todo esto es que hay un antes y un después. Mi confianza destrozada, "los reyes magos son...", etc. Ni que decir tiene que ese día tuvimos que volver a pasar por trance similar, pero ya con más miedo que vergüenza, dando verdaderos rodeos para no acercarnos mucho a los animales... Dicen que el tiempo lo cura todo.
Una reseña al hilo, en mi pueblo, Altea, por fin vuelve a amanecer. Tras 12 años de incompetencia y veremos qué más cosas (urbanísticamente hablando) el partido en el poder ha perdido la mayoría absoluta. Y esto es algo que me gusta, ya que estas elecciones creo que habrían sido las primeras en que habría votado a alguien con esperanza, y no en plan negativo, porque conozco a la persona y me parece excelente. Esperemos ahora que pueda encontrar apoyos, que tire de la manta (sobre todo esto), que ponga fin a los desmanes y que no me decepcione. Grandes expectativas son estas, pero qué le vamos a hacer si yo, nací en el Mediterráneo...
Más que un tema profundo en sí relataré una anécdota bastante jocosa desde la perspectiva de la distancia. Los lectores más asiduos ya saben que últimamente me ha dado por la vena senderista, aprovechando que me he convertido en un peatón a largo plazo y que tengo curiosidad por conocer Inglaterra, mi país anfitrión. En una de estas caminatas, tiempo ha, tuvimos nuestra primera exposición al ganado bovino. Los senderos que forman nuestras rutas a veces pasan por terrenos privados, aunque con derecho de paso o servidumbre. Evidentemente, esto no obsta para que los dueños los utilicen para sus fines, que por estas latitudes suelen consistir en espacio de pastos para ovejas y vacas que cohabitan en armoniosa existencia. Todos sabemos lo que es una vaca, un ser que está entre durmiendo y regurgitando con la vitalidad de una lapa agarrada a una roca o algo así (sin contar claro con las vacas de lidia, o las vacas bravas de las que hay en Abusejo, por ejemplo). Bien, esta es la teoría. Pero qué hace un discapacitado rural como el que suscribe la primera vez que se encuentra un individuo de ese tamaño. Pues como estás enmedio de la nada y no vas a volver atrás, y piensas que no van a dejarlas sueltas sabiendo que puede pasar gente (y no porque lo diga un mapa, sino porque también hay señales indicando que la zona en la que están forman parte de un "public footpath"), pues te armas de valor, localizas la zanja más próxima, alguna vía de escape, agarras una tranca (totalmente inútil pienso pero es como el que se lleva una chuleta a un examen) y atraviesas el territorio enemigo. Las vacas te miran y alguna incluso eructa o mea, pero esas son todas las emociones que despiertas en ellas. Nada como pasar varias veces por el mismo trance para ir cogiendo seguridad y pasar ya como en las discotecas para no pagar, con seguridad y saludando al personal.
Hechas estas explicaciones, con las que intuyo que cualquier individuo como yo se puede identificar, y en este estado mental de falsa o aparente confianza, nos dispusimos el otro día a atravesar una vez más territorio enemigo. Una vez plantados en él, divisamos una agrupación de vacas o debería decir terneras, porque parecían jóvenes, a una cierta distancia. Un cierto movimiento se ve en el seno de la manada, se levantan algunas otras se giran y alguna empieza a caminar hacia nosotros. En cuestión de segundos, "mira, parece que empiezan a correr", "qué va, las habrá asustado un pájaro o algo", "que no, que vienen", "h*****, es verdad, ¡corre!" me transformo de "couch potato" en Liu Xiang en un santiamén:
Y digo bien, porque los campos ingleses suelen estar separados por "stiles" que son unas estructuras ideadas para que no se escape el ganado y se pueda pasar de un campo al otro. Véase la ilustración:
Nunca sabremos qué es lo que pudo pasar por la mente de los animales en ese momento. ¿Eran jóvenes y juguetonas? ¿Se habrían detenido poco antes de llegar a nosotros? ¿Se habrían acobardado si les hubiera plantado cara? Misterios sin resolver. Lo cierto es que pararon justo en el borde del campo en el que estaban, por donde habíamos salido nosotros, y yo diría que fue la zanja lo que las detuvo. Tampoco dudo de que si se lo hubieran propuesto realmente la habrían podido saltar, pero afortunadamente nunca lo sabré.
El problema de todo esto es que hay un antes y un después. Mi confianza destrozada, "los reyes magos son...", etc. Ni que decir tiene que ese día tuvimos que volver a pasar por trance similar, pero ya con más miedo que vergüenza, dando verdaderos rodeos para no acercarnos mucho a los animales... Dicen que el tiempo lo cura todo.
Una reseña al hilo, en mi pueblo, Altea, por fin vuelve a amanecer. Tras 12 años de incompetencia y veremos qué más cosas (urbanísticamente hablando) el partido en el poder ha perdido la mayoría absoluta. Y esto es algo que me gusta, ya que estas elecciones creo que habrían sido las primeras en que habría votado a alguien con esperanza, y no en plan negativo, porque conozco a la persona y me parece excelente. Esperemos ahora que pueda encontrar apoyos, que tire de la manta (sobre todo esto), que ponga fin a los desmanes y que no me decepcione. Grandes expectativas son estas, pero qué le vamos a hacer si yo, nací en el Mediterráneo...