lunes, julio 12, 2010
Adiós infancia... y gracias
Argentina, 1978
París, 1984
México, 1986
Italia 1990
USA 1994
Francia 1998
Korea - Japón 2002
Alemania 2006
Hoy, ya me he hecho mayor. Gracias
martes, febrero 17, 2009
Lo más de lo más en shopping
Saben quienes me conocen que no soy muy aficionado a las compras y los centros comerciales (salvo si es una librería de lo que estamos hablando). En cualquier caso, el otro día tuve la ocasión de visitar el centro comercial más grande de Europa. Inaugurado hace pocos meses y ubicado en el corazón del West End londinense, el centro es la viva expresión de la resistencia de comerciantes y consumidores al Credit Crunch y la crisis económica. Un alarde impresionante de luces, cristal, madera y todo tipo de ornamentaciones, el centro acoge a todas las marcas que no se podían permitir quedar fuera y probablemente a algunas más. Quedé realmente impresionado, y poco me extrañaría que se convirtiera en una de las visitas turísticas favoritas de los visitantes probablemente reemplazando a todos los mercados callejeros y sus incomodidades. Marcas reconocidas, amplios pasillos, multitud de áreas de descanso, todos tus restaurantes franquicia favoritos y sin olvidarnos de los más pequeños. ¿Quién va a querer mojarse, sufrir apreturas, comprar objetos sin garantía de calidad estándar o, peor aún, hechos a mano, cuando se puede tener un producto, prenda, artículo, lo que sea, diseñado por profesionales, fabricado de la forma más eficiente posible y dotado de esa imagen de marca tan importante para cualquier quinceañero, treintaañero reminiscente de su adolescencia, u orgulloso miembro de cualquier tribu urbana identificada con esa imagen? Y sin olvidarnos de los precios y del apoyo que traen estas multinacionales a esas deprimidas economías del tercer mundo que los fabrican...
En fin, que ya me estoy yendo por las ramas, como es habitual. Lo que realmente quería contar aquí es una de las últimas técnicas para captar a la clientela, que no había visto hasta la fecha y que volvio a tomar por sorpresa a mi ingenuidad que pensaba que ya lo había visto todo. En una de las tiendas, a la manera de los locales de moda que vemos en nuestras bienamadas series yanquis, había un portero, perdón personal de seguridad, con una cuerda regulando la entrada al interior y la consiguiente cola. La tienda no tenía ningún signo exterior aparente que se pudiera asociar a ninguna marca, ni siquiera un nombre y había únicamente unas exiguas ventanas que apenas permitían vislumbrar el oscuro interior. Por lo poco que pude ver eran prendas de ropa y abalorios al efecto. Por supuesto, la tienda no es que estuviera a rebosar, probablemente había muchísima más gente en el exterior. Los ingeniosos propietarios o sus eficientes ingenieros de marketing haciendo uso de la escasez como herramienta de captación de clientes. Doblemente ingenuo yo que no logro entender cómo la gente pasa por ese aro. Por eso nunca seré un ejecutivo de éxito, nunca se me podría haber ocurrido algo así.
Es una lástima que no me llevara la cámara (al fin y al cabo quién va a hacer fotos en un centro comercial), para ilustrar lo que cuento, pero nada seguro que vendían duros a cuatro pesetas en la susodicha tienda, con lo que no me queda más que decir que no se lo pierdan en su próxima visita a Londres y por supuesto ¡hagan cola señores!
En fin, que ya me estoy yendo por las ramas, como es habitual. Lo que realmente quería contar aquí es una de las últimas técnicas para captar a la clientela, que no había visto hasta la fecha y que volvio a tomar por sorpresa a mi ingenuidad que pensaba que ya lo había visto todo. En una de las tiendas, a la manera de los locales de moda que vemos en nuestras bienamadas series yanquis, había un portero, perdón personal de seguridad, con una cuerda regulando la entrada al interior y la consiguiente cola. La tienda no tenía ningún signo exterior aparente que se pudiera asociar a ninguna marca, ni siquiera un nombre y había únicamente unas exiguas ventanas que apenas permitían vislumbrar el oscuro interior. Por lo poco que pude ver eran prendas de ropa y abalorios al efecto. Por supuesto, la tienda no es que estuviera a rebosar, probablemente había muchísima más gente en el exterior. Los ingeniosos propietarios o sus eficientes ingenieros de marketing haciendo uso de la escasez como herramienta de captación de clientes. Doblemente ingenuo yo que no logro entender cómo la gente pasa por ese aro. Por eso nunca seré un ejecutivo de éxito, nunca se me podría haber ocurrido algo así.
Es una lástima que no me llevara la cámara (al fin y al cabo quién va a hacer fotos en un centro comercial), para ilustrar lo que cuento, pero nada seguro que vendían duros a cuatro pesetas en la susodicha tienda, con lo que no me queda más que decir que no se lo pierdan en su próxima visita a Londres y por supuesto ¡hagan cola señores!
martes, enero 20, 2009
Management en TV
El otro día estaba viendo una serie de TV (ya comenté alguna vez lo que me gustaban) y me encontré con un caso de estos en los que 'la ficción supera a la realidad', pero en cuanto a realismo. La serie en cuestión, por si les interesa era Mad Men y era como el cuarto episodio de la primera temporada.
Pues bien, la cosa es que uno de los ejecutivos de cuentas, comerciales, llámemosle como queramos, le está perdiendo el respeto a su jefe, hasta el punto de que niega cuando habla con otra gente fuera de la empresa que lo sea. Siente que tiene buenas ideas, mejores que las que se presentan a los clientes en muchos casos y quiere, evidentemente, preconizarlas. El personaje llega incluso a decírselo a su jefe abiertamente. Ah, se me ha olvidado comentar de que hablamos de una agencia de publicidad, una de las más importantes del país.
Evidentemente, la cosa va yendo a más. En una de las reuniones con un cliente, cuando el cliente duda un poco de la estrategia que le presentan su jefe y los creativos de la firma, en lugar de en todo caso, permanecer callado, apoya al cliente en sus dudas hasta que tira por tierra todo la propuesta. Eso sí, conviene en hacerle presentar una idea nueva al día siguiente, haciendo que el cliente se quede una noche en la ciudad a cuerpo de rey. Él es el encargado de hacer de maestro de ceremonias en el entretenimiento nocturno del cliente, que en los locos años 60 ya se pueden imaginar qué tipo de entretenimiento puede ser. Al inicio de la incipiente parranda nocturna le espeta al cliente su idea de slogan personalmente y el cliente le dice que se deje de trabajo que ahora están de aventura, con lo que queda algo decepcionado.
Llega la reunión a la mañana siguiente y, para la sorpresa del comercialillo (y de su jefe y de los creativos que le acompañan), el cliente le dice al jefe que qué gran idea ha tenido y que lo que más le gusta es que esté tan entusiasmado con ella que se la contara al comercial que a su vez contagiado del entusiasmo no puedo esperar a la reunión para contársela también. El cliente, lógicamente, atribuye la idea al jefe y al equipo creativo, no le entra en la cabeza que el comercial se dedique a estas cosas.
El cliente se va y el jefe recomienda al comercial que disfrute el momento y que se busque también una caja de cartón para recoger sus cosas porque está despedido. Además el jefe se va a contárselo a su propio jefe que es como el máximo cargo de la empresa no propietario que no sólo está de acuerdo con la decisión sino que incluso se mosquea más.
En la siguiente escena aparecen los dos jefes entrando al despacho del dueño, que es un amable viejecillo excéntrico que lo tiene todo decorado en plan japonés, que está descalzo con los pies encima de la mesa, allí pensando en las musarañas. Vamos, el típico propietario super interesado en el dia a día de la empresa. Amablemente, el hombre se reúne con sus subalternos y les habla del pedigrí de la familia del comercialillo, y de cuántas puertas se le van a cerrar a la empresa si se desprenden de él.
El problema es peliagudo. Tienen que recular los dos y desdecirse de su decisión de despedirle. ¿Cómo se va a sentir el comercialillo, aunque no sepa de la reunión, cuando vea que no le despiden? Si ya hinchaba el pecho, no digamos cómo se va a poner ahora. ¿Cómo resolverían Vds. la papeleta para reconducir al comercial sin hacer que sus jefes pierdan la cara?
La solución que plantea la serie me parece genial, tanto que fíjense el rollo que llevo escrito ya. Van los dos jefes a ver al comercialillo, y el jefe de su jefe le dice: "Acabamos de reunirnos con el dueño. Tanto él como yo te queríamos echar a patadas" (poco más o menos) "Tienes que estarle muy agradecido a tu jefe que ha luchado y luchado tanto que, dado el aprecio que le tenemos aquí, hemos consentido en no despedirte. Estoy deseando comprobar que teníamos razón".
Esto para mi es management y no lo que deben enseñar por ahí en los MBAs esos de rancio abolengo.
Por cierto, me alegro de reencontrarme con mis lectores, que me imagino que seré no más que yo dado lo que les he cuidado últimamente. Pero si hay alguien ahí, pues nada me alegro de verle de nuevo.
Pues bien, la cosa es que uno de los ejecutivos de cuentas, comerciales, llámemosle como queramos, le está perdiendo el respeto a su jefe, hasta el punto de que niega cuando habla con otra gente fuera de la empresa que lo sea. Siente que tiene buenas ideas, mejores que las que se presentan a los clientes en muchos casos y quiere, evidentemente, preconizarlas. El personaje llega incluso a decírselo a su jefe abiertamente. Ah, se me ha olvidado comentar de que hablamos de una agencia de publicidad, una de las más importantes del país.
Evidentemente, la cosa va yendo a más. En una de las reuniones con un cliente, cuando el cliente duda un poco de la estrategia que le presentan su jefe y los creativos de la firma, en lugar de en todo caso, permanecer callado, apoya al cliente en sus dudas hasta que tira por tierra todo la propuesta. Eso sí, conviene en hacerle presentar una idea nueva al día siguiente, haciendo que el cliente se quede una noche en la ciudad a cuerpo de rey. Él es el encargado de hacer de maestro de ceremonias en el entretenimiento nocturno del cliente, que en los locos años 60 ya se pueden imaginar qué tipo de entretenimiento puede ser. Al inicio de la incipiente parranda nocturna le espeta al cliente su idea de slogan personalmente y el cliente le dice que se deje de trabajo que ahora están de aventura, con lo que queda algo decepcionado.
Llega la reunión a la mañana siguiente y, para la sorpresa del comercialillo (y de su jefe y de los creativos que le acompañan), el cliente le dice al jefe que qué gran idea ha tenido y que lo que más le gusta es que esté tan entusiasmado con ella que se la contara al comercial que a su vez contagiado del entusiasmo no puedo esperar a la reunión para contársela también. El cliente, lógicamente, atribuye la idea al jefe y al equipo creativo, no le entra en la cabeza que el comercial se dedique a estas cosas.
El cliente se va y el jefe recomienda al comercial que disfrute el momento y que se busque también una caja de cartón para recoger sus cosas porque está despedido. Además el jefe se va a contárselo a su propio jefe que es como el máximo cargo de la empresa no propietario que no sólo está de acuerdo con la decisión sino que incluso se mosquea más.
En la siguiente escena aparecen los dos jefes entrando al despacho del dueño, que es un amable viejecillo excéntrico que lo tiene todo decorado en plan japonés, que está descalzo con los pies encima de la mesa, allí pensando en las musarañas. Vamos, el típico propietario super interesado en el dia a día de la empresa. Amablemente, el hombre se reúne con sus subalternos y les habla del pedigrí de la familia del comercialillo, y de cuántas puertas se le van a cerrar a la empresa si se desprenden de él.
El problema es peliagudo. Tienen que recular los dos y desdecirse de su decisión de despedirle. ¿Cómo se va a sentir el comercialillo, aunque no sepa de la reunión, cuando vea que no le despiden? Si ya hinchaba el pecho, no digamos cómo se va a poner ahora. ¿Cómo resolverían Vds. la papeleta para reconducir al comercial sin hacer que sus jefes pierdan la cara?
La solución que plantea la serie me parece genial, tanto que fíjense el rollo que llevo escrito ya. Van los dos jefes a ver al comercialillo, y el jefe de su jefe le dice: "Acabamos de reunirnos con el dueño. Tanto él como yo te queríamos echar a patadas" (poco más o menos) "Tienes que estarle muy agradecido a tu jefe que ha luchado y luchado tanto que, dado el aprecio que le tenemos aquí, hemos consentido en no despedirte. Estoy deseando comprobar que teníamos razón".
Esto para mi es management y no lo que deben enseñar por ahí en los MBAs esos de rancio abolengo.
Por cierto, me alegro de reencontrarme con mis lectores, que me imagino que seré no más que yo dado lo que les he cuidado últimamente. Pero si hay alguien ahí, pues nada me alegro de verle de nuevo.
lunes, mayo 26, 2008
Petting
El otro día leía un articulillo sobre los hábitos sexuales de los adolescentes españoles. Imagino que habrá sido muy interesante para los lectores por el morbillo que les habrá dado pensar en esos cuerpos hermosos de la adolescencia, muchos de los cuales pasan por un momento espléndido al que nunca volverán. Seguro que si rebuscan en su memoria pueden recordar multitud de ejemplos.
Otro tema desde luego son las cabecitas de los adolescentes a estas todavía les queda lo suyo para madurar, en todo caso.
Los adolescentes no decepcionan a nadie, ellos alardean de potencia y experiencia sexual (eso sí, basada en una extensa hemeroteca porno, al alcance de cualquier e-mule de tres al cuarto). Ellas también se hacen las mayorcitas, un poco más deslenguadas (los tiempos cambian) quizá porque el anonimato también ayuda.
El sexo sigue siendo un tema tabú con los padres - qué gran descubrimiento, aunque no se para quién resulta más vergonzoso de las dos partes. Pienso que otra cosa es el tema reproductivo / venéreo pero eso también lo deberían enseñar en el colegio, los padres no deberían estar para esas cosas. Porque hablar de sexo en sí, es que hay que ser ridículo para intentar hacerlo parte de la experiencia educativa entre padres e hijos. La calle está muy bien para eso, gracias. Además de que parte de la gracia está en descubrirlo con tus colegas en plan muchas veces como en el juego ese que se dicen todos cosas al oído y el último tiene que decir lo que entendió y compararlo con lo que dijo el primero.
Un tema que debería ser natural, como siempre ha sido, llega a lo ridículo cuando se narra la experiencia de una supuesta madre, que entra en casa dando portazos por si está su hija con el novio. Que si se meten a estudiar a su habitación juntos y cierran la puerta, que si abren el sofá cama para descansar un rato... Vamos que a la madre lo único que le falta es encarársela al amiguito de su hija, y disculpen la zafiedad pero es que creo que era apropiada a efectos ilustrativos. Y que me llamen antiguo o lo que sea, pero a la mínima insinuación de eso si me sucede a mi sale el novio a patadas en el culo de casa. Y esto no quiere decir que no lo acepte, pero cuando uno tiene cierta edad tiene que sufrir un poco hombre... No ponerle ahí la cama, el aire acondicionado e ir con una toallita a secarles el sudor.
Puede que yo haya perdido el contacto con la realidad, pero si este tipo de prácticas educativas se empiezan a extender, ahora empiezo a entender toda la tontería que tienen los críos encima y la falta de respeto etc etc. Si al final va a ser verdad lo de 'si la culpa es de los padres que las visten como ...'
Bueno, tras esta filípica llego ya al tema del título. El petting. Cuando leí el artículo esto fue lo que me llamó la atención. "Vaya, por fin algo nuevo bajo el sol, nuestros adolescentes han descubierto una nueva práctica sexual o algo así, aquí hay algo de lo que aprender". Pues no. Resulta que no es nada más que el pegarse restregones de toda la vida. Vamos, una modernidad de tal calibre que todavía me acuerdo de Agustín González en la típica película de la posguerra haciendo de cura, separando a las parejas que se arriman pecaminosamente en la verbena del pueblo. Pues nada los descerebrados de nuestros adolescentes, ansiosos por añadir vocablos rimbombantes donde no hacen falta le llaman petting, y así igual algún matusalén como yo, léase sus padres, no se entera ni de lo que están hablando. Parece ser que es algo así como de común acuerdo y tal, pero yo tengo una definición mucho más certera. El petting es hasta donde llega el zagal cuando la zagala no está dispuesta a pasar a mayores. Pero vamos que no es nada nuevo, estoy seguro de que quien más quien menos ha hecho 'petting' hace 20, 30 ó 40 años (o los que sean) y no le llamaban así sino sólo pensaban en arrimarse todo lo posible.
Qué pena de juventud, jaja.
Otro tema desde luego son las cabecitas de los adolescentes a estas todavía les queda lo suyo para madurar, en todo caso.
Los adolescentes no decepcionan a nadie, ellos alardean de potencia y experiencia sexual (eso sí, basada en una extensa hemeroteca porno, al alcance de cualquier e-mule de tres al cuarto). Ellas también se hacen las mayorcitas, un poco más deslenguadas (los tiempos cambian) quizá porque el anonimato también ayuda.
El sexo sigue siendo un tema tabú con los padres - qué gran descubrimiento, aunque no se para quién resulta más vergonzoso de las dos partes. Pienso que otra cosa es el tema reproductivo / venéreo pero eso también lo deberían enseñar en el colegio, los padres no deberían estar para esas cosas. Porque hablar de sexo en sí, es que hay que ser ridículo para intentar hacerlo parte de la experiencia educativa entre padres e hijos. La calle está muy bien para eso, gracias. Además de que parte de la gracia está en descubrirlo con tus colegas en plan muchas veces como en el juego ese que se dicen todos cosas al oído y el último tiene que decir lo que entendió y compararlo con lo que dijo el primero.
Un tema que debería ser natural, como siempre ha sido, llega a lo ridículo cuando se narra la experiencia de una supuesta madre, que entra en casa dando portazos por si está su hija con el novio. Que si se meten a estudiar a su habitación juntos y cierran la puerta, que si abren el sofá cama para descansar un rato... Vamos que a la madre lo único que le falta es encarársela al amiguito de su hija, y disculpen la zafiedad pero es que creo que era apropiada a efectos ilustrativos. Y que me llamen antiguo o lo que sea, pero a la mínima insinuación de eso si me sucede a mi sale el novio a patadas en el culo de casa. Y esto no quiere decir que no lo acepte, pero cuando uno tiene cierta edad tiene que sufrir un poco hombre... No ponerle ahí la cama, el aire acondicionado e ir con una toallita a secarles el sudor.
Puede que yo haya perdido el contacto con la realidad, pero si este tipo de prácticas educativas se empiezan a extender, ahora empiezo a entender toda la tontería que tienen los críos encima y la falta de respeto etc etc. Si al final va a ser verdad lo de 'si la culpa es de los padres que las visten como ...'
Bueno, tras esta filípica llego ya al tema del título. El petting. Cuando leí el artículo esto fue lo que me llamó la atención. "Vaya, por fin algo nuevo bajo el sol, nuestros adolescentes han descubierto una nueva práctica sexual o algo así, aquí hay algo de lo que aprender". Pues no. Resulta que no es nada más que el pegarse restregones de toda la vida. Vamos, una modernidad de tal calibre que todavía me acuerdo de Agustín González en la típica película de la posguerra haciendo de cura, separando a las parejas que se arriman pecaminosamente en la verbena del pueblo. Pues nada los descerebrados de nuestros adolescentes, ansiosos por añadir vocablos rimbombantes donde no hacen falta le llaman petting, y así igual algún matusalén como yo, léase sus padres, no se entera ni de lo que están hablando. Parece ser que es algo así como de común acuerdo y tal, pero yo tengo una definición mucho más certera. El petting es hasta donde llega el zagal cuando la zagala no está dispuesta a pasar a mayores. Pero vamos que no es nada nuevo, estoy seguro de que quien más quien menos ha hecho 'petting' hace 20, 30 ó 40 años (o los que sean) y no le llamaban así sino sólo pensaban en arrimarse todo lo posible.
Qué pena de juventud, jaja.
viernes, mayo 16, 2008
Sentimientos encontrados
Hace ya tiempo que mi racionalidad subjetiva (no tengo de otra) vive presa de un dilema bizantino. Asisto impávido que no patidifuso a la mediocridad de nuestra clase política. Nunca que yo recuerde hemos tenido un gobierno más mediocre que el actual (quizás el de Calvo Sotelo, no se porque no me acuerdo) y no obstante recientemente han repetido elección y mandato por consiguiente. ¿Qué nos dice esto de la oposición? Pues para mi está muy claro, si no eres capaz de ganar a esta banda que es capaz de sin ningún rubor de crear ministerios de vivienda (¿suena a franquista eh?) o de la igualdad y de erigir castillos en el aire tal que la 'Alianza de las Civilizaciones', o de despreciar a la inteligencia implantando cuotas en el gobierno, porque yo lo valgo, es que realmente tú eres todavía más inútil que ellos. Y para muestra un botón, la guerra abierta que se ha desatado para ver quién releva al nunca elevado a cisne patito feo no indica sino que las expectativas que tenían eran de ganar las elecciones, y escribiendo esto me viene casi la carcajada. Y lo argumento: tras haber conseguido los mejores resultados electorales de su historia en cuanto a número de votos
, en lugar de estar celebrándolo como un éxito están a ver cómo decapitan a monseñor. Pero claro tampoco podemos esperar de un grupo en el que los principales capitostes son la ministra puesta en ridículo por CQC, el exonerado por defectos de forma en los tiempos de Juan Guerra ex-alcalde levantino o el monje a quien le estalló la bomba en las narices e intentó rentabilizarlo políticamente. Su gran baza electoral era el nuevo Ruiz Mateos del electrizante mundo de las compañías eléctricas españolas.
Y aquí es donde viene mi dilema. Para un antiderechista confeso y acérrimo (aunque algunos de los que me conocen me tienen por lo contrario, simplemente porque critico a la burda representación de izquierda que tenemos) como el que suscribe esta realidad debería ser motivo de alegría. Sin embargo, no va más allá del solaz si bien triste y sarcástico. Porque racionalmente me gustaría que la oposición fuera lo más brillante posible pero en este caso dejaría de ser tal oposición y, francamente, una derecha brillante en el gobierno también es realmente inquietante, y no es que la haya visto nunca, sólo me la imagino...
¿Es esta clase política el reflejo de la sociedad? Pues hay que tirar de imaginación para creer en otra alternativa. Por otro lado España ha evolucionado tantísimo en los últimos 30 años que es evidente que la sociedad está ahí tirando del carro, a pesar de los políticos, que buenos los ha habido pero con poco interés en ser honestos durante mucho tiempo (y alguno bueno y en realidad honesto, aunque la historia lo haya tratado mal , como el bueno de Alfonso Guerra). Mi hipótesis más sólida (lo que no es ninguna garantía en términos absolutos) pasa porque esa clase de gente que realmente ha hecho todo esto posible no está interesada en la política. Como mucho se pueden llegar a alinear tímidamente cada 4 años con un lado u otro, pero sin ningún interés en pasar de ahí.
Yo, no quiero saber nada de los pragmáticos, creo firmemente en la subjetividad informada y me gustaría que la llama del romanticismo nunca se apagara. Admiro la inteligencia, independientemente de su adscripción (incluso cuando está enfocada al mal no deja de ser un manantial de sabiduría).
Esto no es más que una reflexión sin ninguna pretensión más que la de sacar estas ideas que llevo dentro al aire. Francamente no se cómo se podría mejorar esto.
Comentarios flamígeros especialmente, muy bienvenidos...
, en lugar de estar celebrándolo como un éxito están a ver cómo decapitan a monseñor. Pero claro tampoco podemos esperar de un grupo en el que los principales capitostes son la ministra puesta en ridículo por CQC, el exonerado por defectos de forma en los tiempos de Juan Guerra ex-alcalde levantino o el monje a quien le estalló la bomba en las narices e intentó rentabilizarlo políticamente. Su gran baza electoral era el nuevo Ruiz Mateos del electrizante mundo de las compañías eléctricas españolas.
Y aquí es donde viene mi dilema. Para un antiderechista confeso y acérrimo (aunque algunos de los que me conocen me tienen por lo contrario, simplemente porque critico a la burda representación de izquierda que tenemos) como el que suscribe esta realidad debería ser motivo de alegría. Sin embargo, no va más allá del solaz si bien triste y sarcástico. Porque racionalmente me gustaría que la oposición fuera lo más brillante posible pero en este caso dejaría de ser tal oposición y, francamente, una derecha brillante en el gobierno también es realmente inquietante, y no es que la haya visto nunca, sólo me la imagino...
¿Es esta clase política el reflejo de la sociedad? Pues hay que tirar de imaginación para creer en otra alternativa. Por otro lado España ha evolucionado tantísimo en los últimos 30 años que es evidente que la sociedad está ahí tirando del carro, a pesar de los políticos, que buenos los ha habido pero con poco interés en ser honestos durante mucho tiempo (y alguno bueno y en realidad honesto, aunque la historia lo haya tratado mal , como el bueno de Alfonso Guerra). Mi hipótesis más sólida (lo que no es ninguna garantía en términos absolutos) pasa porque esa clase de gente que realmente ha hecho todo esto posible no está interesada en la política. Como mucho se pueden llegar a alinear tímidamente cada 4 años con un lado u otro, pero sin ningún interés en pasar de ahí.
Yo, no quiero saber nada de los pragmáticos, creo firmemente en la subjetividad informada y me gustaría que la llama del romanticismo nunca se apagara. Admiro la inteligencia, independientemente de su adscripción (incluso cuando está enfocada al mal no deja de ser un manantial de sabiduría).
Esto no es más que una reflexión sin ninguna pretensión más que la de sacar estas ideas que llevo dentro al aire. Francamente no se cómo se podría mejorar esto.
Comentarios flamígeros especialmente, muy bienvenidos...
jueves, abril 10, 2008
La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido...
Hace tiempo que no me doy una vuelta por mi querido blog. Me resulta difícil, como ya sabrán mis lectores habituales si es que queda alguno, el encontrar motivos de inspiración. Además siempre me pasa que se me ocurre una idea sobre la que escribir, lo voy posponiendo y se me acaba olvidando. Como creo que es cuestión de convertirlo en un hábito, voy a aprovechar la llegada de la primavera para hacer 'año nuevo, vida nueva'.
Para mi la salida del invierno ha sido tanto equinoccial como más metafórica. Digo esto porque tras tres meses y medio sin hacer otra cosa que buscar trabajo, por fin he logrado salir de ese aburrido y vacío túnel, del desfile de modelos que es ir hablando con empresas, una tras otra, intentando buscar algo que te convenga sin que se note mucho la creciente desesperación del paso del tiempo sin conseguir el éxito.
Hace ya casi dos años que vine a UK, he tenido dos trabajos ya, ha nacido Luna y sigo con ganas de comerme el mundo. Esta vez creo que he tenido bastante suerte. Estoy bastante seguro, a pesar de que sólo llevo un día dentro, de que he encontrado mi mejor puesto hasta ahora en UK. No tengo claro todavía si estaré a la altura de las expectativas, porque no las conozco. Lo importante, aunque a menudo estéril, es estar a la altura de tus propias expectativas.
Con el ánimo que comentaba de retomar el contacto con este blog, voy a intentar ser un poco menos introspectivo y hablar de las cosas que me suceden, de la vida en este país y de mi experiencia laboral. Todo esto con el ánimo de llegar a esa introspección que también me gusta a través del hábito más frecuente de escribir.
Mi nueva empresa me ha traído de excursión en mi primer día a York, que es una ciudad de unos 275000 habitantes según el taxista, que está en la parte este de Inglaterra más o menos a la altura de Liverpool. Es una ciudad que yo ya tenía en la recámara porque tiene una catedral que merece la pena ver, según tengo entendido y aparte es un lugar bastante histórico. No me atreví a preguntarle si era eso por el jamón de o si tienen idea de ponerse a la altura de sus homónimos de la Nueva. Lo dejaré para mis compañeros de trabajo una vez que coja la suficiente confianza (o más exactamente que crea que la he cogido). Es sin embargo notoria mi incapacidad para estimar estas situaciones, todavía me acuerdo de la cola del avión para Roma en Barajas, el comentario que hice a mis acompañantes sobre 'pues aquí estamos en la cola para bafanculandia' y las amistosas miradas que noté se clavaban en mi espalda provenientes de la sorprendentemente italiana mayoría de gente que nos rodeaba.
Ya nada más llegar me han dado una vueltecita por el edificio. La oficial de RRHH me ha metido en un despacho para el proceso de succión, digo de inducción a la compañía, ha recogido toda la documentación que le traía y ha pedido a su compañera de algo así como Servicios Generales que me enseñara procedimientos de seguridad, salidas de emergencia, etc. A continuación me han arreado un bonito video que la pobre mujer me ha dicho que en lo que va de año ya ha visionado más de 50 veces en donde te enseñan a cómo se deberían hacer las cosas si el mundo no fuera el mundo real para que no te pasen cosas en el trabajo y puedas tener una vida sin accidentes y lo que es más importante sin onerosas bajas para la productividad de la compañía. Por último, móvil de empresa y un bonito portátil con una mochila muy ergonómica para acarrearlo sin contemplaciones. Me espera ahora una aburrida semana de leer todo tipo de literatura corporativa, ponerme al día con la operativa y cogerme bien los pantalones porque la semana que viene ya parece que me esperan dos proyectos, uno de los cuales tiene al cliente y a medio equipo en USA y el otro atravesando unas cuantas dificultades que han llevado al cliente a requerir un nuevo X que en este caso voy a ser yo. Creo que esto es lo que llaman los anglosajones 'soft landing' que es algo así como tú tranquilo que te ponemos en cosas sencillitas y no pasa nada si te equivocas al principio.
Armado con mi flamante portátil, de vuelta al tren para Londres (más caro que el avión si lo compras en el día, 300 euros al cambio para recorrer 300 y pocos kilómetros), de forma razonablemente rápida (alrededor de 2 horas) y lo mejor de lo mejor, con red wifi durante todo el trayecto para poder perder el tiempo navegando por Internet... siempre y cuando la susodicha red funcione claro. Yo a veces no se qué es peor si no tener algo y no crear expectativas o ponerte el caramelo en los labios y sacudirte un buen mamporro en todos los dientes cuando estás abriendo la boca para degustarlo. Qué felices me las prometía yo con cómo se iban a quedar mis contactos por el MSN cuando fardara de que voy hablando con ellos desde el tren. Incluso pensaba si RENFE habría puesto algo similar en España ya. Me da por pensar que lo más seguro es que sí y que lo más seguro es que hasta funcione (no como aquí). Al final, no he tenido más remedio que ponerme a escribir esto que había pensado en querer escribir y que probablemente nunca habría escrito si la conexión hubiera funcionado bien. Bien por mi cínico argumento inicial de crear un hábito, retomar el contacto con el blog, etc etc...
También me ha parecido muy bien lo de sentarme en el 'Quiet Coach' o coche silencioso en el que no se pueden utilizar cacharretes que hagan ruido, hablar por el móvil o desvariar muy alto con el acompañante. También algo utópico porque no han pasado ni 10 minutos hasta que el yuppy de atrás se ha puesto a hablar por el móvil dando órdenes con el poderío que le confiere su supuesta jerarquía en la pirámide alimenticia corporativa. Una fila más adelante dos guarrillas (y no lo digo en plan despectivo, sólo es un adjetivo que me parece muy apropiado para determinados individuos femeninos muy abundantes en este país) compartiendo el auricular de un iPod a toda pastilla y de vez en cuando estallando en carcajadas. Alguna vez haré una fisonomía de la guarrilla inglesa o británica. Salen mucho en las pelis de Ken Loach, por cierto. Lo que me pregunto es de dónde habrán sacado los 100 o 200 pavos que vale el billete (dependiendo de si es sólo ida o incluye vuelta también)
como fin de fiesta me voy de copas con el resto de la plantilla que trabaja en la sede de Londres. La verdad es que estoy bastante cansado, pero creo que es una buena ocasión para empezar a hacer amiguitos en el seno de la compañía, máxime cuando ya me han dicho que hay 3 ó 4 españoles y un par de argentinos en la plantilla. Intentaré ver si podemos hacer frente común bajo el lema de 'a ver si nos devuelven el peñón' o algo similar con las Malvinas.
Como la puñetera red sigue sin funcionar, voy a ver si me zambullo en uno de los libros que me he traído (el trayecto es de 2 horas pero he decidido traer dos no sea que si traía uno el pobre libro se sintiera solo). Tiene más pinta sin embargo de que acaba sumergido en los brazos de Morfeo, pues he estado casi despierto con la emoción del viaje desde casi las 4:30 de la mañana y estoy tranquilo porque el tren termina en Londres, no como esta mañana que podría haber acabado en Edimburgo, aunque bien pensado también habría valido la pena ¿no les parece?
Para mi la salida del invierno ha sido tanto equinoccial como más metafórica. Digo esto porque tras tres meses y medio sin hacer otra cosa que buscar trabajo, por fin he logrado salir de ese aburrido y vacío túnel, del desfile de modelos que es ir hablando con empresas, una tras otra, intentando buscar algo que te convenga sin que se note mucho la creciente desesperación del paso del tiempo sin conseguir el éxito.
Hace ya casi dos años que vine a UK, he tenido dos trabajos ya, ha nacido Luna y sigo con ganas de comerme el mundo. Esta vez creo que he tenido bastante suerte. Estoy bastante seguro, a pesar de que sólo llevo un día dentro, de que he encontrado mi mejor puesto hasta ahora en UK. No tengo claro todavía si estaré a la altura de las expectativas, porque no las conozco. Lo importante, aunque a menudo estéril, es estar a la altura de tus propias expectativas.
Con el ánimo que comentaba de retomar el contacto con este blog, voy a intentar ser un poco menos introspectivo y hablar de las cosas que me suceden, de la vida en este país y de mi experiencia laboral. Todo esto con el ánimo de llegar a esa introspección que también me gusta a través del hábito más frecuente de escribir.
Mi nueva empresa me ha traído de excursión en mi primer día a York, que es una ciudad de unos 275000 habitantes según el taxista, que está en la parte este de Inglaterra más o menos a la altura de Liverpool. Es una ciudad que yo ya tenía en la recámara porque tiene una catedral que merece la pena ver, según tengo entendido y aparte es un lugar bastante histórico. No me atreví a preguntarle si era eso por el jamón de o si tienen idea de ponerse a la altura de sus homónimos de la Nueva. Lo dejaré para mis compañeros de trabajo una vez que coja la suficiente confianza (o más exactamente que crea que la he cogido). Es sin embargo notoria mi incapacidad para estimar estas situaciones, todavía me acuerdo de la cola del avión para Roma en Barajas, el comentario que hice a mis acompañantes sobre 'pues aquí estamos en la cola para bafanculandia' y las amistosas miradas que noté se clavaban en mi espalda provenientes de la sorprendentemente italiana mayoría de gente que nos rodeaba.
Ya nada más llegar me han dado una vueltecita por el edificio. La oficial de RRHH me ha metido en un despacho para el proceso de succión, digo de inducción a la compañía, ha recogido toda la documentación que le traía y ha pedido a su compañera de algo así como Servicios Generales que me enseñara procedimientos de seguridad, salidas de emergencia, etc. A continuación me han arreado un bonito video que la pobre mujer me ha dicho que en lo que va de año ya ha visionado más de 50 veces en donde te enseñan a cómo se deberían hacer las cosas si el mundo no fuera el mundo real para que no te pasen cosas en el trabajo y puedas tener una vida sin accidentes y lo que es más importante sin onerosas bajas para la productividad de la compañía. Por último, móvil de empresa y un bonito portátil con una mochila muy ergonómica para acarrearlo sin contemplaciones. Me espera ahora una aburrida semana de leer todo tipo de literatura corporativa, ponerme al día con la operativa y cogerme bien los pantalones porque la semana que viene ya parece que me esperan dos proyectos, uno de los cuales tiene al cliente y a medio equipo en USA y el otro atravesando unas cuantas dificultades que han llevado al cliente a requerir un nuevo X que en este caso voy a ser yo. Creo que esto es lo que llaman los anglosajones 'soft landing' que es algo así como tú tranquilo que te ponemos en cosas sencillitas y no pasa nada si te equivocas al principio.
Armado con mi flamante portátil, de vuelta al tren para Londres (más caro que el avión si lo compras en el día, 300 euros al cambio para recorrer 300 y pocos kilómetros), de forma razonablemente rápida (alrededor de 2 horas) y lo mejor de lo mejor, con red wifi durante todo el trayecto para poder perder el tiempo navegando por Internet... siempre y cuando la susodicha red funcione claro. Yo a veces no se qué es peor si no tener algo y no crear expectativas o ponerte el caramelo en los labios y sacudirte un buen mamporro en todos los dientes cuando estás abriendo la boca para degustarlo. Qué felices me las prometía yo con cómo se iban a quedar mis contactos por el MSN cuando fardara de que voy hablando con ellos desde el tren. Incluso pensaba si RENFE habría puesto algo similar en España ya. Me da por pensar que lo más seguro es que sí y que lo más seguro es que hasta funcione (no como aquí). Al final, no he tenido más remedio que ponerme a escribir esto que había pensado en querer escribir y que probablemente nunca habría escrito si la conexión hubiera funcionado bien. Bien por mi cínico argumento inicial de crear un hábito, retomar el contacto con el blog, etc etc...
También me ha parecido muy bien lo de sentarme en el 'Quiet Coach' o coche silencioso en el que no se pueden utilizar cacharretes que hagan ruido, hablar por el móvil o desvariar muy alto con el acompañante. También algo utópico porque no han pasado ni 10 minutos hasta que el yuppy de atrás se ha puesto a hablar por el móvil dando órdenes con el poderío que le confiere su supuesta jerarquía en la pirámide alimenticia corporativa. Una fila más adelante dos guarrillas (y no lo digo en plan despectivo, sólo es un adjetivo que me parece muy apropiado para determinados individuos femeninos muy abundantes en este país) compartiendo el auricular de un iPod a toda pastilla y de vez en cuando estallando en carcajadas. Alguna vez haré una fisonomía de la guarrilla inglesa o británica. Salen mucho en las pelis de Ken Loach, por cierto. Lo que me pregunto es de dónde habrán sacado los 100 o 200 pavos que vale el billete (dependiendo de si es sólo ida o incluye vuelta también)
como fin de fiesta me voy de copas con el resto de la plantilla que trabaja en la sede de Londres. La verdad es que estoy bastante cansado, pero creo que es una buena ocasión para empezar a hacer amiguitos en el seno de la compañía, máxime cuando ya me han dicho que hay 3 ó 4 españoles y un par de argentinos en la plantilla. Intentaré ver si podemos hacer frente común bajo el lema de 'a ver si nos devuelven el peñón' o algo similar con las Malvinas.
Como la puñetera red sigue sin funcionar, voy a ver si me zambullo en uno de los libros que me he traído (el trayecto es de 2 horas pero he decidido traer dos no sea que si traía uno el pobre libro se sintiera solo). Tiene más pinta sin embargo de que acaba sumergido en los brazos de Morfeo, pues he estado casi despierto con la emoción del viaje desde casi las 4:30 de la mañana y estoy tranquilo porque el tren termina en Londres, no como esta mañana que podría haber acabado en Edimburgo, aunque bien pensado también habría valido la pena ¿no les parece?
sábado, marzo 01, 2008
La paradoja de los dos sobres (2ª parte)
De casualidad el otro día encontré una explicación matemática a la paradoja de los dos sobres, de la que hablé en la entrada anterior. Voy a ver si intento explicarla respetando el concepto matemático pero sin entrar en detalles escabrosos. De esta forma probablemente lo entenderé yo mejor también.
Pensemos que las dos cantidades en cuestión son 'b' y '2b'. Digamos que P(x) es la probabilidad de escoger un número 'x' como nuestra 'b'. Intuitivamente está claro que la suma de todas las probabilidades de todos los números que existen es el 100%. En el fondo de la sala ya veo a alguien dispuesto a plantear que hay infinitos números, pero esto no contradice la afirmación anterior. Sin embargo, la observación clave es que esta probabilidad P(x) de que un número cualquiera sea nuestro 'b' no es constante, no es la misma para cualquier número. Si esto fuera así, obtendríamos que la suma de las probabilidades de todos los números es infinita, mucho mayor del 100%, lo que es una tontería, y lo que es más importante, refuta la hipótesis de que esta probabilidad sea la misma para cualquier número. Entonces nos encontramos con que en general P(x) y P(x/2) serán distintas, una será mayor que la otra, y aquí viene el otro concepto clave. Conforme x se vaya haciendo mayor y mayor, P(x) irá siendo cada vez más pequeña, porque de lo contrario iríamos a la contradicción anterior, acabaríamos más del 100% para la suma de todas las P(x). Es por esto que, en general, P(x) < P(x/2), y esta desigualdad es mayor conforme mayor sea 'x', y viceversa, tienden a ser iguales cuanto más pequeña sea x.
En conclusión, que el concepto intuitivo de que cuando x sea gordo más vale pájaro en mano que ciento volando está sólidamente apoyado por la teoría matemática, lo que no deja de ser un consuelo, ¿no les parece?
Pensemos que las dos cantidades en cuestión son 'b' y '2b'. Digamos que P(x) es la probabilidad de escoger un número 'x' como nuestra 'b'. Intuitivamente está claro que la suma de todas las probabilidades de todos los números que existen es el 100%. En el fondo de la sala ya veo a alguien dispuesto a plantear que hay infinitos números, pero esto no contradice la afirmación anterior. Sin embargo, la observación clave es que esta probabilidad P(x) de que un número cualquiera sea nuestro 'b' no es constante, no es la misma para cualquier número. Si esto fuera así, obtendríamos que la suma de las probabilidades de todos los números es infinita, mucho mayor del 100%, lo que es una tontería, y lo que es más importante, refuta la hipótesis de que esta probabilidad sea la misma para cualquier número. Entonces nos encontramos con que en general P(x) y P(x/2) serán distintas, una será mayor que la otra, y aquí viene el otro concepto clave. Conforme x se vaya haciendo mayor y mayor, P(x) irá siendo cada vez más pequeña, porque de lo contrario iríamos a la contradicción anterior, acabaríamos más del 100% para la suma de todas las P(x). Es por esto que, en general, P(x) < P(x/2), y esta desigualdad es mayor conforme mayor sea 'x', y viceversa, tienden a ser iguales cuanto más pequeña sea x.
En conclusión, que el concepto intuitivo de que cuando x sea gordo más vale pájaro en mano que ciento volando está sólidamente apoyado por la teoría matemática, lo que no deja de ser un consuelo, ¿no les parece?