lunes, diciembre 03, 2007

 

El rechazo

Hace días que me ronda por la cabeza cuál es la razón psicofisiológica, cultural, social, evolutiva o lo que sea del sentimiento que el rechazo nos produce a la mayoría de la gente. Muy ligado a esto se halla el 'miedo al fracaso'. ¿Es un tema únicamente educativo o cultural, o hay una razón 'genéticamente egoista' más profunda? Evidentemente todo se podría reducir a que incluso la cultura es una manifestación de nuestros 'instintos' pero me refiero a una separación más clara.
Lo curioso es que en ocasiones hasta depende del tipo de rechazo al que te enfrentes. Personalmente hay ciertas facetas en las que, sin agradarme que me rechacen, nunca he tenido ningún problema en enfocarlas desde el punto de vista de 'victoria por la ley de los grandes números', pero hay otras facetas más femeninas ellas en las que siempre he sido más precavido.
Desde el punto de vista racional tengo claro que un fracaso si se enfoca correctamente no es más que una forma de refinarse y aprender, con lo que no debería recibirse desde el punto de vista negativo o con un regusto amargo. Es posible que en muchas ocasiones sea también una cuestión de orgullo, algo así como decía el genial Groucho Marx, 'nunca sería socio de un club que me admitiera como miembro' pero al revés.
Por supuesto el tema del rechazo es distinto cuando hay sentimientos de por medio, pero no me estoy refiriendo a esa clase de rechazo.
Hay gente sin embargo que es capaz de racionalizarlo totalmente e ignorarlo. Esta es una cualidad muy apreciable en comerciales, gigolós vocacionales y testigos de Jehová entre otros muchos colectivos respetables. En contraposición tenemos a los políticos (especialmente si han perdido las elecciones recientemente), l@s amantes despechad@s y los malos de series estilo Dallas o Falcon Crest.
Luego está la postura negativa del amigo, familiar, etc que te dice más o menos soterradamente lo de 'no está hecha la miel para la boca del asno'. A cada uno esto le influye más o menos, yo suelo ser de los que a burro no hay quien me gane por más que le sorprenda a quienes me conocen, jaja
En fin, esta es la típica entrada de la cabeza caliente y los pies fríos. Ninguna conclusión, sólo una burda excursión en el tema pero probablemente sin más solución de continuidad más la que mis apreciados, en ocasiones abandonados, pero nunca olvidados lectores quieran darle. Lo peor del tema es que cada uno a sus demonios familiares les tiene tanto cariño que nos volvemos inseparables...

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